Fuentidueña

Considerada la iglesia más antigua de la villa se trata de un templo románico de tres naves, ábside semicircular y torre junto a la cabecera.

En el siglo XVI se modificó adquiriendo el aspecto actual. Fue el cura Hernán Núñez quien promovió las obras, que se terminaron en 1576. El actual templo se compone de una nave, antigua nave lateral de la iglesia románica; el pórtico, añadido en  la modificación del siglo XVI; y una capilla, construcción del siglo XVII.

El resto del primitivo edificio cayó en ruina estableciéndose como campo santo. El acceso al templo se realiza por dos portadas de estilo románico.

En el interior es obligatorio destacar el retablo de la Virgen de la Asunción presidido por la imagen de la Inmaculada y otro retablo situado en la capilla con una imagen barroca de la Inmaculada, en actitud orante.

En honor a su patrona, la villa de Fuentidueña celebra las fiestas de la Purísima. La víspera de la Inmaculada se celebra en el atrio de esta iglesia, la Chisquereta. Una descomunal hoguera, con cuyas brasas, todo el pueblo asa chuletas compartiendo momentos de alegría.

Recientemente se han efectuado obras de restauración que han descubierto junto al ábside tres sarcófagos labrados en la piedra.

Declarada Bien de Interés Cultural, como el resto del núcleo urbano, la Iglesia de San Miguel es de estilo románico. Tiene su ábside orientado hacia el este en forma de semitambor.

Al oeste, se sitúa la ‘Puerta de los Perdones’. En su ala Norte, posee un bello pórtico, con una arquería de 7 arcos sobre columnas geminadas. Sus capiteles están decorados con motivos vegetales.

Se accede al templo a través de dos puertas, la del pórtico y la de la nave central. Anteriormente, existía otra puerta por la que accedían los señores de la Villa directamente a su Capilla.

Otra de las curiosidades que presenta esta Iglesia es la presencia de juegos, como ‘las tres en raya’ grabados en las piedras del muro inferior donde se asientan las columnas del pórtico, como huella de la vida que se realizaba en el atrio de la iglesia.


Dignos de resaltar por el interés que suscitan, situados debajo de la cornisa, coronando la nave y el ábside, son sus canecillos, de gran variedad en cuanto a su significado.

En el interior, sólo hay una única nave y dos capillas a ambos lados del altar mayor, posteriores a la construcción original, alrededor del s. XVI.

Palacio situado en la plaza de su mismo nombre, construido a mediados del s. XV, fue residencia de D. Pedro de Luna y su familia.

Junto al palacio se encuentra la Capilla de los Condes de Montijo, también conocida como Capilla del Pilar. Declarada Bien de Interés cultural el 20 de Abril 1982 por resolución de la Dirección General de Bellas Artes.

Fue erigida a instancia del Conde de Montijo y nombrada Capilla del Pilar por la devoción que sentía su esposa Dª Mª Fernández de Córdoba a esta advocación.

Se terminó en 1720, de estilo neoclásico, con una fachada simétrica de clásica sencillez de sillería caliza. Su portada está blasonada con un escudo de armas donde figuran los linajes de los Montijo y los Luna.

Esta Necrópolis es uno de los cementerios altomedievales más interesantes de la provincia de Segovia. Está formada por una sucesión de unas doscientas tumbas antropomorfas talladas en la roca que circundan la iglesia de San Martín, datan desde el s. X hasta el s. XVII.

Poco se sabe sobre la historia temprana de la Iglesia de San Martín. Se cree que se construyó cuando la ciudad era de importancia estratégica para los reyes cristianos de Castilla en la frontera con el territorio de Al Ándalus. La iglesia está situada en una imponente colina a los pies de un castillo fortificado.

Las ruinas de San Martín fueron declaradas Monumento Histórico Artístico en 1931. El templo de estilo románico fue construido en dos etapas, su torre y única nave en el s. X y el ábside a mediados del s. XII.

A finales de la década de 1940, el ábside fue trasladado y reconstruido en el museo de los Claustros de la ciudad de Nueva York.

El Castillo de Fuentidueña fue declarado, junto con las Murallas, Bien de Interés Cultural.

Como era costumbre y norma habitual, el castillo se asentaba en la parte más alta del cerro en cuya ladera se extendía la población, y desde él arrancaban las murallas que encerraban el caserío.

No existe una claridad histórica absoluta sobre el origen del Castillo de Fuentidueña, parece que su construcción hay que situarla entre los siglos XII y XIII, debido a las características que presentan sus muros de  mampostería. De igual forma, algunos rasgos distintivos de la estructura que constituye la fortificación se vinculan a reformas realizadas en siglos posteriores entre el siglo XIV y XV.

Tuvo gran importancia con el reinado de Alfonso VIII, quien tuvo cortes aquí donde concertó la paz con Navarra y otorgó testamento en 1204. También visitó este Castillo hacia 1250 Alfonso X, el Sabio.

Sancho IV, en octubre de 1308, otorga privilegios cristianos a quien quiera vivir aquí, al comprobar que la población era mayoritariamente judía.

En la década de los años 70, el Ministerio de Hacienda subasta el castillo con un precio de salida de 25.000 pesetas, pasando así a manos privadas.

Declaradas, junto con el Castillo de Fuentidueña, Bien de Interés Cultural.

Estuvo la Villa amurallada en sus lados norte, sur y oeste con una función claramente defensiva, ya que en su lado este existe una impresionante cortada rocosa que hace muy fácil la defensa. El acceso era posible a través de tres puertas.

La cara sur de la muralla, aunque muy deteriorada, presenta una de las imágenes más bellas de la misma, aquí se encuentra la Puerta de Alfonso VIII o de Trascastillo.

A ambos extremos de la cara norte se encuentran la Puerta del Palacio, parece que fue la entrada principal de la Villa y la Puerta de La Calzada, que daba acceso al recinto desde el arrabal.

En la plaza de la Villa existen dos ventanas practicadas en la muralla, su construcción debe situarse entre los siglos XII y XIII.

Declarado Bien de Interés Cultural el 18 de mayo de 1995.

El hospital de la Magdalena fue fundado por doña Mencía de Mendoza, esposa del señor de Fuentidueña, don Álvaro de Luna Manrique y sobrina del Cardenal de Burgos Iñigo de Mendoza.

En su testamento, dado en Fuente el Olmo el 27 de noviembre de 1540, había ordenado que a su muerte, ocurrida al año siguiente, se fundara en la Villa, con los tres mil florines de arras que tenía, un hospital para acoger a los pobres y enfermos de Fuentidueña y su alfoz.

Para asegurar el futuro y la continuidad del hospital, nombró por patronos a su esposo y a sus descendientes en el Mayorazgo del señorío de la Villa y su Tierra, y si estos se descuidasen, al obispo de Segovia.

En planta se componía de un gran cuadrángulo con patio cerrado con columnas y con acceso por puertas a dos lados y rodeado de dos galerías, que estaban en pie todavía en 1932. Alrededor de estas se disponían las sucesivas dependencias. Los fallecidos en este hospital recibian sepultura en el atrio de la iglesia de San Miguel.

Actualmente se está trabajando en el Juro del Hospital, comprobándose la importancia que tuvo en su época.

Se calcula en unas dos hectáreas la superficie actual edificada dentro del recinto amurallado, pero se ha perdido la estructura antigua. Esta estructura ha estado siempre organizada en función de la actual calle Nueva, que es la que parte de la puerta situada en el ángulo noroeste de la muralla y en cuyo recorrido enlaza las dos plazas más importantes del recinto, que son la del Palacio y la de la Villa.

Las viviendas unifamiliares responden a la arquitectura tradicional de la comarca. Estas se caracterizan por combinar estructuras de piedra, cal, sillar, madera y adobe y cubiertas a dos aguas de madera y teja árabe sin cobertura. Algunas de sus fachadas conservan el esgrafiado segoviano y han mantenido la estructura tradicional, con las cuadras en la parte inferior, la vivienda en el piso intermedio y el bajo cubierta destinado a pajar o granero.

La calle Nueva es estrecha e irregular, y desemboca en la plaza de la Villa, que quizás sea el resultado de la eliminación de alguna edificación primitiva adosada a la muralla. Tiene planta prácticamente rectangular, con unas medidas aproximadas de 36×16 m, lo que hace un total de unos 600 m².

La casa del lateral oeste es muy aparente, con fachada a la plaza, con un soportal adintelado con vigas y viguetas de madera y tres columnas de piedra caliza; hace ostentación de algunos elementos procedentes de construcciones anteriores, como un par de escudos que serán del siglo XVII.

Todo el lateral norte está recorrido por la muralla, de apenas dos metros y medio de alto. En ella, a modo de mirador, se abren dos grandes ventanales desde los que se divisa todo el barrio del Arrabal, con el puente, y una amplia panorámica de toda la vega del Duratón. Su construcción debe situarse entre los siglos XII y XIII.

El ángulo noreste de la Plaza de la Villa está ocupado por la casa de la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña y en el lateral sur se encuentra el edificio del Ayuntamiento. Tuvo también en su centro una gran olma que como todas las demás de la comarca fue víctima de la cruel grafiosis.

Casa señorial reconstruida en 1960, situada en la Plaza de la Villa.

Cumplió la función de cárcel del alfoz de Fuentidueña, adosada a la muralla, actualmente en ella se reúnen los representantes de los 21 pueblos que integran la Comunidad de Villa y Tierra.

Para poder aproximarnos en la fecha del nacimiento de la Comunidad de Villa y Tierra, tenemos que remontarnos a un documento de 20 de junio de 1147, en el reinado de Alfonso VII; la Comunidad tenía sus propios órganos de gobierno y sus reuniones se celebraban en el atrio de la Iglesia de San Miguel, para resolver intereses de la Comunidad.

Las Comunidades de Villa y Tierra son una peculiar institución política castellana, que entre los siglos XI y XII organiza, en cuarenta y dos comunidades, la repoblación cristiana de las tierras al sur del Duero en lo que se llamó la Extremadura Castellana, rebasando el sistema Central hasta los ríos Tajo y Guadiana.

Por aquel entonces cada Comunidad se organizaba alrededor de un núcleo cabecera, amparado por su castillo y sus murallas. La villa cabecera es mercado, foro, sede de jurisdicción, plaza fuerte común y santuario.

Los concejos comuneros eran libres, independientes de todo señorío, creaban su derecho (fueros), regulaban sus ordenanzas, administraban justicia, levantaban pueblos, colonizaban en su propio nombre y derecho la tierra, e incluso hacían la guerra bajo su bandera y con sus milicias concejiles.

La plaza de la Villa en su origen concentraría la mayor parte de palacios o casonas nobiliarias, desapareciendo con el paso del tiempo o formando parte de edificaciones nuevas como el Ayuntamiento.

Situado en el lado sur de la plaza, aquí estuvo emplazado un Palacio. Durante el reinado de Doña Urraca y Alfonso el Batallador, fue ocupado por la familia nobiliaria de los Lara. Posteriormente fue ocupado por el Concejo de la Villa.

Desde aquí se vigilaba el acceso a la Villa por el puente medieval, a través de los miradores que tiene la muralla situada frente al Ayuntamiento. Estructuras arquitectónicas peculiares pero frecuentes por su funcionalidad.

Estos miradores se orientaban hacia los arrabales del municipio, fuera del recinto amurallado. Desde ellos se controlaba todo lo que sucedía en torno a la iglesia de Santa María, y a la gente que transitara por el puente desde Peñafiel o Sacramenia. Funciones de control también ante posibles revueltas de villanos o de pontazgo en caso de necesidad de cobro de impuestos para comerciantes o pastores que pasaran por los caminos de la villa.

Su construcción data en torno a 1950, tiene un soportal con seis pilares sobre los que descansan arcos rebajados y está coronado por un frontón ciego acompañado de unas bolas. El aspecto actual es fruto de su última reforma efectuada en el año 2008.

Los mercedarios debieron de ser los primeros religiosos que ocuparon este convento, que, según el P. Luis Vázquez Fernández, doctor historiador de esta Orden, fue fundado en 1299 con el nombre de Santa María de la Merced.

Fue el Cardenal Cisneros quien se lo entregó en 1496 a los franciscanos a instancias de Pedro de Luna, hijo de don Álvaro de Luna, y de una bula del papa Alejandro VI. De un documento del 23 de diciembre de 1502 se deduce que el monasterio les fue quitado a los mercedarios por su deshonesto vivir.

Aquí se enterraron los condes de Fuentidueña, D. Pedro de Luna, hijo de D. Álvaro de Luna, y su esposa Dña. Ana de Viveros, cuyas sepulturas fueron trasladadas a la iglesia de San Miguel tras la desamortización.

En los siglos siguientes el convento atraviesa un cierto florecimiento, en 1679 cuenta con 25 religiosos, pero después experimenta un decaimiento, y en 1832, en vísperas de su desamortización, son sólo cuatro.

En 1835 el convento cierra definitivamente las puertas tras la exclaustración decretada por Mendizábal.

Las bodegas de Fuentidueña, excavadas en la roca, se componen de un cañón, normalmente en descenso y varios nichos donde se fermenta y almacena el vino.

La mayor parte de las bodegas datan de principios del siglo XIX. Son escasas las que poseen lagar en su interior, debido a la existencia de lagares comunales que funcionaban por el sistema de cargas; cada vecino tenía derecho a prensar un número de cargas de uva.

De carácter privado, siguen manteniendo su uso original, además de ser lugar de reuniones y meriendas.

Puente que salva el río Duratón compuesto por seis arcos de medio punto y perfil en ‘lomo de asno'. Lo refuerzan cinco tajamares y cinco espolones cúbicos simétricos, que suben formando apartaderos. Su longitud es de 84 metros.

Aunque su origen es medieval, o incluso anterior, como consta en antiguos documentos, lo cierto es que estamos ante un puente de época moderna, del siglo XVII.

Sabemos que en 1602 fue el cantero cántabro Hernando de Nates Naveda, natural de Secadura, el tasador de su obra y que fue dejada inconclusa por Pedro de Valdelastras, también cantero de Secadura.

Junto al puente se sitúa el parque recreativo de San Lázaro, con barbacoas, mesas y un área de juegos infantiles. En verano esta zona del río conocida como ‘El bañadero’, a pesar de no cubrir mucho, es perfecta para un buen chapuzón.

Fuentidueña se caracteriza por la cantidad de manantiales que posee, cerca de una treintena (Fuente de Trascastillos, de Santa Cruz, de la Ladera, de Valcavado, de la Hontanilla, etc).

En la zona conocida como El Salidero, la fuente de los caños y la cigüeña suman sus aguas a las de otros manantiales para formar el río Fuentes.

En conjunto manan alrededor de 4.000 litros por segundo, que pasan por una piscifactoría antes de desembocar en el río Duratón.

De aquí se toma el agua para consumo de una treintena de pueblos de Segovia y Valladolid.

Destaca la rica vegetación de este pequeño ecosistema, antes controlada por el pastoreo del ganado.

El Embalse de las Vencías se sitúa entre las localidades de Fuentidueña y San Miguel de Bernuy. El protagonista de este entorno son las aguas mansas del río Duratón.

Destaca el paisaje formado por las hoces del Duratón. Los cortados esculpidos por el paso del río a lo largo de millones de años conjugan a la perfección con las ermitas, castillos y villas medievales que nos trasladarán a épocas pasadas.

La fauna que habita en este paraje es otro punto a destacar. Será fácil observar a las aves que anidan en los altos cortados como el buitre leonado, el alimoche o a la chova piquirroja.

En la paramera, si caminamos en silencio podremos ver algún conejo, liebre o zorro. Entre las aves las más abundantes están la perdiz roja y la cogujada común.

Cerca del río habitan la nutria, el visón americano, la garza real y el ánade real. Además de barbos, truchas, carpas y cangrejos de río.

Con este nombre se conoce una zona de baño y recreo situada en el tramo medio de las Hoces Septentrionales del Río Duratón. En este punto las aguas mansas del río Duratón ofrecen al visitante una de las zonas de baño más destacadas de la provincia.

Este paraje es ideal para practicar actividades como la pesca, la navegación sin motor o el senderismo. Existen rutas perfectas para disfrutar en familia de la naturaleza y de las vistas espectaculares que ofrece este enclave natural.

Las aguas cristalinas, las playas y sus alrededores han sido acondicionados para poder descansar y disfrutar de un día al aire libre. Dispone de zonas donde poder comer e incluso cuenta con chiringuitos.

Este sendero asciende a uno de los picos más altos de la comarca, el Cerro de San Blas situado a 1014 metros de altitud.

La subida a esta atalaya rocosa sobre el río Duratón empeña una dificultad media que merece la pena afrontar. Llegados al mirador disfrutaremos de unas vistas impresionantes.

A nuestros pies una frondosa ladera rocosa poblada de encinas y quejigos que llega hasta el Embalse de las Vencías, a la izquierda el cañón, a la derecha la villa de Fuentidueña con su rico patrimonio, al sur la sierra de Somosierra, al oeste el mar de pinares que da nombre a esta tierra y al norte las llanuras de viñedos de la ribera del Duero.

'Y todo envuelto por una sensación de serena placidez y tiempo detenido'. Como indica el escritor Ignacio Sanz.

Este sendero por el Embalse de Las Vencías recorre el fantástico paraje natural que forman las Hoces septentrionales del río Duratón, al norte de la provincia de Segovia.

Esta ruta de senderismo transcurre entre las localidades de Fuentidueña y San Miguel de Bernuy pudiéndose iniciar indistintamente en cualquiera de los dos pueblos.

La ruta no está señalizada pero no tiene pérdida, únicamente hay que seguir el cauce del Duratón por las diferentes sendas que iremos encontrando. A la belleza del espacio natural de las Hoces del Duratón hay que sumar el rico patrimonio monumental que atesora esta zona.